lunes, 13 de julio de 2015

LAS RUINAS DE JAUJA


LAS RUINAS DE JAUJA




las Ruinas de Jauja, uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad y que forma parte del Circuito Histórico de Tepic, en el siglo XIX representó una de las fuentes económicas y de inversión extranjera más importantes en el occidente mexicano.
Lo que fue una fábrica textilera de la empresa británica Barrón & Forbes en la primera mitad del siglo XIX, y hoy se conocen como ruinas, se ubican en la zona norte de esta capital, indicó el arqueólogo adscrito al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Nayarit, Francisco Samaniega Altamirano.
La edificación de la textilera, precisó, inició en 1833 y fue inaugurada en 1838, hasta que en 1947 se produjo un incendio, dejando vestigios que hoy son el principal atractivo turístico de esta capital de Nayarit.
“Nos encontramos ante uno de los primeros ejemplos de inversión de capital británico, apenas pasaba la Independencia Mexicana en 1823, y comienza a conformarse la casa Barrón y Forbes, que fue en su momento la más poderosa del noroeste mexicano y la primera de sus inversiones fue esta fábrica textil de Jauja”, refirió el arqueólogo.









En el lugar quedan vestigios de los tres pisos y varios módulos de la textilera, la casa del administrador, el puente que cruza el Río Mololoa, las chimeneas, la casa de pago, bodegas, el templo en ruinas, y parte de la generadora eléctrica.
Las Ruinas de Jauja están dentro del Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles del INAH, aunque no se han destinado recursos para su preservación, observó Samaniega Altamirano.
La compañía Barrón & Forbes era la agencia comercial del gobierno británico en territorio mexicano y pretendía controlar todo el comercio de telas de algodón del noroeste y norte del país, abundó.
Uno de los hechos históricos más importantes de esta empresa fue el primer paro de labores, tipo huelga obrera, ocurrido en la región centro occidental del país en 1894, cuando los trabajadores se manifestaron, pero fueron reprimidos por el régimen porfiriano.
La textilera tuvo una plantilla laboral de más de 500 trabajadores y sus instalaciones contaban con avances tecnológicos de la época, entre ellos su propia planta generadora de energía y aprovechamiento de agua del río Mololoa.
El arqueólogo relató que “en los años 40 se produce un incendio muy fuerte provocado por el ultimo dueño, un industrial francés, se dice que para cobrar los seguros de la fábrica”.
El primer dueño, de tres nayaritas, que tuvo la fábrica fue Eustaquio Barrón, a su muerte su hijo Eustaquio asumió la dirección, pero su desinterés y falta de talento ocasionó problemas financieros graves, por lo que su hijo, Guillermo Barrón, se queda con la textilera.










CREADO POR:
ASHLEY

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