LAS RUINAS DE JAUJA
las Ruinas de Jauja, uno
de los principales atractivos turísticos de la ciudad y que forma parte del
Circuito Histórico de Tepic, en el siglo XIX representó una de las fuentes
económicas y de inversión extranjera más importantes en el occidente mexicano.
Lo que fue una fábrica
textilera de la empresa británica Barrón & Forbes en la primera mitad del
siglo XIX, y hoy se conocen como ruinas, se ubican en la zona norte de esta
capital, indicó el arqueólogo adscrito al Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH) Nayarit, Francisco Samaniega Altamirano.
La edificación de la
textilera, precisó, inició en 1833 y fue inaugurada en 1838, hasta que en 1947
se produjo un incendio, dejando vestigios que hoy son el principal atractivo
turístico de esta capital de Nayarit.
“Nos encontramos ante uno
de los primeros ejemplos de inversión de capital británico, apenas pasaba la Independencia
Mexicana en 1823, y comienza a conformarse la casa Barrón y Forbes, que fue en
su momento la más poderosa del noroeste mexicano y la primera de sus
inversiones fue esta fábrica textil de Jauja”, refirió el arqueólogo.
En el lugar quedan vestigios
de los tres pisos y varios módulos de la textilera, la casa del administrador,
el puente que cruza el Río Mololoa, las chimeneas, la casa de pago, bodegas, el
templo en ruinas, y parte de la generadora eléctrica.
Las Ruinas de Jauja están
dentro del Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles del INAH,
aunque no se han destinado recursos para su preservación, observó Samaniega
Altamirano.
La compañía Barrón &
Forbes era la agencia comercial del gobierno británico en territorio mexicano y
pretendía controlar todo el comercio de telas de algodón del noroeste y norte
del país, abundó.
Uno de los hechos
históricos más importantes de esta empresa fue el primer paro de labores, tipo
huelga obrera, ocurrido en la región centro occidental del país en 1894, cuando
los trabajadores se manifestaron, pero fueron reprimidos por el régimen
porfiriano.
La textilera tuvo una
plantilla laboral de más de 500 trabajadores y sus instalaciones contaban con
avances tecnológicos de la época, entre ellos su propia planta generadora de
energía y aprovechamiento de agua del río Mololoa.
El arqueólogo relató que
“en los años 40 se produce un incendio muy fuerte provocado por el ultimo
dueño, un industrial francés, se dice que para cobrar los seguros de la
fábrica”.
El primer dueño, de tres
nayaritas, que tuvo la fábrica fue Eustaquio Barrón, a su muerte su hijo
Eustaquio asumió la dirección, pero su desinterés y falta de talento ocasionó
problemas financieros graves, por lo que su hijo, Guillermo Barrón, se queda
con la textilera.
CREADO POR:
ASHLEY
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